PROVOCAOS AL AMOR
Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí. Sal. 39: 1.
Hijos míos: Velen en oración, y sean cada vez más cuidadosos con respecto a sus palabras y su conducta. "Velad y orad para que no entréis en tentación". Es poco prudente concederle al enemigo la más mínima ventaja. Hijo mío: Sé caballeroso, y tu influencia sobre tus colaboradores será mayor. Nunca hables imprudentemente. El respeto propio debe impedirte caer en el enojo. Si nos respetamos a nosotros mismos al llevar el yugo de Cristo, decuplicaremos nuestra influencia.
La naturaleza humana seguirá siendo la misma, pero puede ser elevada y ennoblecida mediante su unión con la naturaleza divina. Al participar de la naturaleza divina los hombres y mujeres escapan a la corrupción que está en el mundo debido a la concupiscencia.
La verdad debe ser practicada para que sea un poder en el mundo. Cuando la verdad mora en el corazón, la experiencia diaria es una revelación del poder dominante de la gracia de Cristo. Nunca mantengan la verdad en el atrio exterior. El Espíritu Santo debe estamparla en el alma. . .
Reverencien a Dios y a su posición adquirida. Cuiden sus modales, porque son representantes de Cristo. Controlen diligentemente sus palabras y trabajen con fervor para que los pecadores se convenzan y se conviertan. Mantengan el corazón en comunión con Dios por medio de la oración. Cuando se les dirijan palabras duras, que no se ajusten a la verdad, no pierdan el dominio propio. Recuerden que "la blanda respuesta quita la ira" (Prov. 15: 1), que el que se domina a sí mismo es mayor que el que toma una ciudad.
El verdadero cristiano es caballero. Los que están llenos de amor propio piensan que tienen el privilegio de decir algunas cosas que mejor sería no mencionar. Menos palabras y acciones más amables les ayudarían a ejercer una influencia mejor. Dios afirma: "Porque por tus palabras serás condenado" (Mat. 12: 37). Todas nuestras palabras y acciones, buenas y malas, son examinadas por Dios. ¡Qué solemne pensamiento! La Palabra de Dios nos pide que no nos provoquemos a ira los unos a los otros. Pero hay una provocación que se justifica.
Pablo escribe:. . . "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras" (Heb. 10: 24).
(Carta 38, del 2 de marzo de 1903, dirigida a Edson y Emma White).
(Cada día con Dios. Entrada del 3 de Marzo).
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