DE TODO CORAZÓN


Té alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Sal 9:1.

La victoria no había llegado todavía. No había aplausos, ni medallas, ni reconocimiento público. El salmista aún no podía levantar la copa del campeón, pero podía verla ya con los ojos de la fe, y alabar al Señor por las maravillas que todavía no habían sucedido.

Si hubiese desperdiciado el tiempo reclamando o quejándose, quizás no hubiese sucedido. Pero el salmista es capaz de alabar por el sol que saldrá mañana, aunque está todavía oculto en las sombras.

Su alabanza no nace del deber. No lo hace por una simple obligación. No se deja llevar por el mero formalismo. Alaba "con todo el corazón" . Medio corazón no es corazón. Un corazón dividido rompe la vida por la mitad, la desintegra, la mata. Un corazón dividido no puede alabar.

Nadie puede servir a dos señores. Con medio corazón tú caes en el terreno de la pantomima. A tu alabanza le faltará autenticidad, y si tú no eres capaz de ver hacia delante con los ojos de la fe, y con todo tu corazón, no verás sus "maravillas" .

Pero, según el versículo de hoy, para David no era suficiente alabar. Él dice "contaré", además, "todas tus maravillas". Nadie puede ser vigoroso en la vida espiritual, a menos que se atreva a contar las maravillas de Dios a todos aquellos con quienes se relaciona.

En la parábola de la dracma perdida, cuando la mujer encontró su moneda, lo primero que hizo fue juntar a sus amigas, vecinas y parientes y contarles la "maravilla". Solo guardan silencio las personas en cuyas vidas Dios no opera maravillas.

¿Qué perdiste tú? ¿Una moneda? ¿El hogar, el empleo, el hijo, la paz del corazón?

Acude a Dios, alaba su nombre de todo corazón. Agradécele por las maravillas que todavía no recibiste, pero que ya las ves por la fe y espera, pacientemente, porque Dios no falla a los hijos sinceros.

Alaba a Dios. No uses intermediarios. "Te alabaré, oh Jehová", dice el salmista. Alaba con todo tu ser. No seas espiritual por la mitad. Agradécele al Señor por las maravillas futuras que todavía no recibiste.

Con este pensamiento en mente, sal hoy repitiendo para ti mismo: "Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas".

Pr. Alejandro Bullón.

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