El cordón de la gracia
Cuando nosotros entremos en la tierra, tu atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste, y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. Josué 2:18.
El día de la destrucción estaba llegando para los habitantes de Jericó. Ninguna nación era capaz de resistir al Señor de los Ejércitos, quien dirigía a su pueblo a la tierra prometida. Jericó, como toda la tierra de Canaán, había "llenado la medida de iniquidad" (ver Génesis 15:16). En su decadencia espiritual y rebeldía, había llegado al punto sin retorno, y serían borrados de la tierra
Por aquel tiempo, el pueblo de Israel no era sólo un pueblo guerrero, sino que era el pueblo de Dios con la misión de iluminar la Tierra. Todas las naciones podían ser salvas reconociendo y aceptando al gran Dios de Israel y uniéndose a su pueblo. En el versículo de hoy encontramos a una mujer que reconoció, en los grandes actos de victoria de Dios, el llamado del amor divino para ella y para su familia. Su nombre es Rahab, una pobre prostituta buscada por los hombres durante la noche, y despreciada y rechazada por los mismos hombres durante el día. La vida de pecado había acabado con los valores socialmente aceptados, pero, en el fondo del corazón, esta pobre mujer vislumbró el amor divino, sintió que no estaba todo perdido y que todavía había esperanza para ella. Por eso escondió en su casa a los dos espías de Israel, les dio protección y aceptó delante de ellos al gran Dios de Israel.
Al despedirse de ellos quedó establecido entre la mujer y los espías un pacto que incluía un cordón de grana, que debía permanecer colgado en la ventana el día en que el pueblo de Israel llegara para conquistar la tierra. Ese cordón escarlata sería el símbolo de la salvación para la mujer y su familia.
Hoy es el día de la salvación. Cuando Jesús vuelva, mirará los marcos de las puertas para ver la mancha de sangre, mirará las ventanas para ver el cordón escarlata, mirará las frentes para ver escrito allí su nombre y el de su Padre. Hoy es el día de la salvación. Los hombres de todos los ángulos de la Tierra están siendo invitados a mirar al Cordero.
Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así fue levantado el Hijo del hombre, para que todo el que en él cree, no perezca, mas tenga vida eterna.
En los días de Jericó, una sencilla y pobre pecadora vio la verdad de la gracia salvadora. En los días de Jesús, otra sencilla y pobre mujer pecadora experimentó en carne propia la gracia redentora.
¿Podremos ir hoy a él como simples y pobres pecadores?
Pr. Alejandro Bullón
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