La influencia que opera después de la muerte


Aconteció que estaban unos sepultando a un hombre cuando súbitamente vieron una banda armada; entonces arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo. Pero tan pronto tocó el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie. 2 Reyes 13:21.

¿Oíste hablar de un profeta que fuese capaz de hacer un milagro después de muerto? El versículo de hoy presenta justamente eso: un muerto resucitado sólo por tocar los huesos de Eliseo.

Dejando de lado la espectacularidad que todo milagro envuelve, meditemos hoy sobre la influencia de un hombre, incluso después de su muerte.

En Perú es muy conocido el coronel Mego. Desde el alto cargo que ocupa en la Policía, muchas veces ayudó a la iglesia en momentos de dificultad. La conversión del coronel Mego y de su hermano Bernardo, que falleció en un accidente y hoy descansa en Cristo, muestra la influencia de una persona incluso después de su muerte.

La madre de los hermanos Mego era adventista y suplicó durante años a Dios por la conversión de los hijos. Pero ellos no tenían tiempo para Dios en medio de la vida agitada en que vivían. Un día, esa madre piadosa falleció, y en la hora del entierro el pastor de la iglesia habló sobre la esperanza de la segunda venida, la resurrección y el reencuentro de los amados separados por la muerte. Pedro y Bernardo oyeron atentos y con los ojos llenos de lágrimas. De repente, uno miró al otro y le dijo: "¿Qué te parece si nos reencontramos con mamá cuando Jesús regrese?" "Pienso que es una buena idea", fue la respuesta del hermano. Y con esa firmeza de palabra de los militares honestos, ambos se estrecharon las manos, se dirigieron al pastor y le dijeron: "Pastor, nuestra madre fue una mujer que temía a Dios y tenemos la certeza de que resucitará cuando Cristo regrese. Nosotros la amamos y queremos verla nuevamente. Por lo tanto aquí estamos: queremos bautizarnos y aguardar con esperanza el reencuentro con mamá".

Naturalmente, con el tiempo entendieron que no bastaba la palabra de un militar honesto para ser salvo. Era necesario conocer a Jesús. Fueron a Jesús tal como eran Y el Salvador operó el milagro de su conversión.

El coronel Pedro Mego ya llevó a decenas de personas al conocimiento de Jesús, pero todo comenzó con la vida piadosa de su madre. Muerta, inconsciente, sin tener ya noción de nada, la influencia de su vida tocó la vida de sus hijos y los resucitó. En la mañana gloriosa de la resurrección, con toda seguridad tendrá la sorpresa que no tuvo mientras vivía: ver a sus hijos esperando con los brazos abiertos a Jesús.

"Nadie vive para sí y nadie muere para sí", dice Pablo. El poder de la influencia es incalculable. "Después de muertos, sus obras continúan", dice Juan (ver Romanos 14:7 y Apocalipsis 14:13).

¿Podemos ir hoy a Jesús y permitirle que habite en nosotros, y que su Santo Espíritu santifique nuestra voluntad de modo que nuestra vida sea una sucesión de victorias para la gloria de su nombre?

Pr. Alejandro Bullón

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