¿Cuáles son nuestras motivaciones?
Había en el país de Uz un hombre llamado Job. Era un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Job 1:1.
La vida del patriarca Job nos muestra la forma como actúa el diablo cuando quiere destruir lo más hermoso que el hombre posee: su relación de amor con la fuente de la salvación, que es Cristo.
La Biblia presenta a Job como un hombre perfecto. La integridad y rectitud de su vida eran fruto de su amor por Dios. El se "apartaba del mal" porque temía causar sufrimiento al corazón de la persona que más amaba. Y el resultado era que Dios se enorgullecía de Job. Con alegría señalaba la vida de ese siervo amado y decía al enemigo: "Mira esa vida, ¿ves cómo ese hijo me ama y anda en mis caminos?"
Pero el enemigo siempre conserva un arma escondida debajo de la manga. Para él no hay peor derrota que la vida de un hombre que decide seguir a Jesús, le entrega el corazón y sale de la esclavitud en que vivía. Satanás no podía soportar que Job escapara de sus manos, y que además Dios lo señalara como un hombre victorioso y un ejemplo de integridad. Por eso atacó: "¿Acaso teme Job a Dios de balde?... Extiende ahora tu mano y toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra ti en tu propia presencia" (vers. 9, 11).
El diablo estaba hablando de las motivaciones. "Servir a Dios", decía él, "cualquiera lo puede hacer si es recompensado con tantas bendiciones. Él no te ama. Sácale todo lo que tiene y conocerás sus verdaderas motivaciones".
La pregunta de hoy es: ¿Conoce Dios los motivos íntimos que escondemos en el corazón? ¿Podemos engañarlo? Si él sabía las motivaciones de Job, ¿por qué le "dio cuerda" al diablo y permitió todo el sufrimiento de su siervo?
Muchas veces atravesamos el valle de sombra de muerte, no por nuestra causa, sino por amor a otras personas. Somos espectáculo al mundo y a los ángeles. Todo el universo está mirando hacia la Tierra, observando el conflicto de los siglos, y he aquí una acusación más del enemigo: "Él no te sirve de balde".
El sufrimiento de Job fue para la gloria de Dios y para la bendición de todo el universo. Cuando el patriarca llegó al fondo del pozo -pobre, enfermo, solo, abandonado por todos-, dijo: "Yo sé en quién he creído" (ver Job 19:25; 2 Timoteo 1:12). El diablo recibió en la cara una de las mayores bofetadas. Quedó desenmascarado ante las criaturas de los otros planetas. Toda la vileza y perversidad de su carácter quedaron expuestas una vez más.
¿Cuáles son las motivaciones de nuestro servicio? ¿Estamos del lado del Padre sólo cuando las cosas van bien? ¿O continuamos amándole y confiando en él en las horas de sufrimiento?
Pr. Alejandro Bullón
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