DOS MUJERES
Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso. Prov. 9:17.
La mente del hombre que no anda en los caminos de Dios funciona de un modo extraño. Busca el placer y encuentra el dolor, corre tras la alegría y solo encuentra tristeza. Piensa que las cosas son agradables únicamente cuando traen el sabor de lo prohibido. Las aguas, para ser dulces, necesitan ser robadas; y el pan, para ser agradable, debe ser comido a escondidas.
Lo prohibido, sin embargo, es como el caballo de Troya, deslumbrante por fuera, halaga el ego, inflama las pasiones humanas, solo que oculta dentro de sí vergüenza, miseria y muerte.
En el capítulo 9 del libro de Proverbios encontramos dos mujeres a la orilla del camino, disputándose la atención de los hombres. Es una alegoría de la sabiduría y la insensatez. La primera invita a las personas a la vida. El secreto de la vida consiste en andar en los caminos establecidos por Dios.
La segunda mujer es loca e insensata. Invita también a las personas, ofreciéndoles aguas robadas y pan comido a escondidas. Agua es sinónimo de vida. El desierto es tierra de muerte porque no tiene agua. La mujer loca ofrece agua. La vida robada, no es vida. El placer robado, no es placer. La felicidad disfrutada a las escondidas, no es felicidad.
Descubrimos eso con dolor. Cuando ya es tarde. Cuando la familia ya fue destruida, la dignidad arrollada y los valores deteriorados.
El pan es el alimento básico e indispensable, y no tiene nada de extravagancia ni lujo. Pero, cuando se lo come a escondidas, puede ser agradable en el momento, más después deja el sabor amargo de la insatisfacción. Tú comes y comes, y no te hartas. Buscas y buscas, y nunca encuentras. El corazón siempre está vacío.
La mente natural del hombre es rara, extraña. Se esconde. No desea ser vista, pero su actitud insensata, tarde o temprano, lo expone a la vergüenza pública.
Nada mejor que vivir a la luz del día. Con transparencia y verdad. Vive hoy de ese modo. Escucha la voz de la sabiduría y no prestes atención a la voz de la seducción, aunque ésta grite por los caminos: "Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso".
Pr. Alejandro Bullón
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