La mano del Señor nos protegió


El doce del primer mes partimos del río Abava para ir a Jerusalén; la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros y nos libró de manos de enemigos y asaltantes en el camino. Esdras 8:31.

Esdras debía regresar de Babilonia a Jerusalén, con la finalidad de proclamar el edicto que favorecía a los judíos y los autorizaba a consumir un templo de adoración a Dios. Toda gran empresa requiere oración y espíritu de recogimiento, y Esdras no quiso iniciar la jornada sin la seguridad de que Dios estaría en el control de la situación. El camino era peligroso y lleno de salteadores que esperaban escondidos a sus inocentes víctimas.

El escriba de Israel cuenta que tuvo vergüenza de pedirle al rey una escolta de soldados para protegerlos durante el camino, porque le habían dicho al rey que "la mano de Dios está, para bien, sobre todos los que lo buscan" (vers. 22). La fe tiene que ser probada y demostrada. ¿Qué mérito existe en creer en un Dios Todopoderoso, si a la hora de salir lo hacemos armado hasta los dientes para protegernos? ¿Quiere eso decir que debemos dejar las puertas de la casa abiertas, confiando en que el Dios que guarda a Israel vigilará y suplirá nuestra falta de cuidado?

Los que por la comunión diaria con Cristo se hacen cada día más semejantes a Jesús, nunca confundirán fe con presunción, y tampoco empuñarán armas, creyendo que Dios dice, en lenguaje del pueblo: "Cuídate que te cuidaré".

La prudencia es una cosa, la violencia es otra completamente diferente. Jesús le ordenó a Pedro que guardara la espada porque el que "a espada mata, a espada morirá" (ver S. Mateo 26:52).

Esdras y los príncipes de Israel, quienes dejaron Babilonia para ir a Jerusalén a edificar el templo de Dios, conocían el peligro de la carretera y sintieron la necesidad de la protección divina, especialmente al pensar en que llevaban con ellos el equivalente a cinco millones de dólares de nuestros días, los que habían sido recogidos como ofrendas para la construcción de la casa de Dios. La jornada fue dura. "Allí, junto al río Abava, proclamé un ayuno", dice Esdras (vers. 21). Y después añade: "Partimos del río Abava... la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros y nos libró de manos de enemigos y asaltantes en el camino".

Este es el gran pensamiento para todo el que tiene que comenzar una empresa o un viaje. Cuán animador es saber que aunque el camino pueda estar lleno de enemigos, "armando asechanzas", el poder sustentador del Padre es grande para ayudarnos a llegar sanos y salvos al fin de la jornada.

No temas si hoy tienes delante de ti una jornada llena de desafíos. No temas si la embarcación parece temblar y hay mucha gente queriendo que se hunda. Pregúntate a ti mismo: "¿Quién está en el control de la situación? ¿Ya tuve mi momento junto al río Abava? ¿Ya pasé un tiempo a solas con Jesús?" ¡Entonces, sigue adelante sin temor!

Pr. Alejandro Bullón

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