Orar es aceptar la insuficiencia humana


Respondió Jesús y le dijo: "Lo que yo hago tu no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después". S. Juan 13:7.

¿Responde Dios todas las oraciones? ¿Por qué a veces sentimos como que tiene tiempo para todos, menos para nosotros? ¿Alguna vez te sentiste tan pequeño, tan indigno y tan pecador que pensaste que no tenías derecho a que Dios prestara oídos a tu oración? Entonces existe algo que necesitas entender: tu sentido de insuficiencia es tu mejor oración. El primer paso para comenzar a percibir en nosotros la respuesta divina, es sentir que somos débiles y necesitados.

Cuando oramos y le contamos a Dios todo lo que sucede en nuestra vida, cuando llega la noche y le abrimos el corazón para hablar sin la preocupación del reloj, no es porque debamos hacer un informe de lo que hicimos a lo largo del día, sino para crear en nosotros el sentido de dependencia y necesidad de él.

Aunque no hablásemos nada, y simplemente cayéramos de rodillas reconociendo que necesitamos de él, el Señor Jesús oiría y atendería nuestras necesidades.

Tú que eres madre tal vez consigas entender lo que estoy diciendo. Mira a ese hijito maravilloso que tienes en la falda. No sabe hablar, pero tiene necesidades: alimento, atención y el calor de la madre. Todo lo que sabe hacer es llorar, pero tú no estás esperando a que él hable para entender sus necesidades. Porque lo amas, te esfuerzas por adivinar lo que necesita. Tú eres madre en función de él. Ese pequeño bebé es objeto de todo tu cariño Y atención, sin importar si son las 8 de la noche o las 2 de la madrugada.

Es más o menos así como Dios nos trata. Al orar, dejas de huir de Dios. Le abres el corazón y le permites entrar. Permites que él participe de tus sueños y planes. Dejas que él tome parte de los detalles más íntimos de la vida. Tú nunca estás solo. El y tú llegan a ser una sola persona. Él en ti, santificando tu voluntad y viviendo en ti las grandes obras de victoria.

Ahora que ambos son uno y viven juntos, aprende a confiar en él. Aprende a no desesperarte cuando las respuestas divinas no son conforme a tus expectativas humanas. Orar es sentir la insuficiencia humana y abrir el corazón a Dios como a un amigo. Muchas veces él tendrá que decirte: "Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después".

Dios siempre dirige nuestra vida como nosotros también la dirigiríamos si pudiésemos ver el fin desde el principio, dice Elena de White (ver El Deseado de todas las gentes, pág. 197). Y el futuro se encargará de mostrar cómo las horas que pensábamos que Dios no oía nuestras oraciones, fueron las horas en que él estaba más cerca de nosotros.

Pr. Alejandro Bullón

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