CRISTO SANÓ AL PARALÍTICO Y LE PERDONÓ SUS PECADOS

"Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados" (Mat. 9: 2).

Cuando Cristo vino a nuestro mundo como hombre, Satanás había conducido a los judíos hacia una práctica de la religión que complacía a las potencias de las tinieblas. El profeso pueblo de Dios se había apartado del Señor y seguía a otro Iíder. En su propia perversidad iba hacia la destrucción, pero Cristo vino para disputar la autoridad de Satanás...
Satanás hizo de la vida de Cristo una larga escena de conflicto, agitando los corazones perversos de la gente y maquinando envidias y prejuicios contra el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Hizo que se cuestionara y dudase de la palabra, la obra y la misión de Cristo... Ellos [los judíos] seguían a Cristo de un lugar a otro con el fin, si les era posible, de atraparlo en alguna palabra que al difundirla luego, en forma distorsionada y torcida, le diese un sentido diferente que no había sido expresado ni pretendido. Así fue hostigada la labor de Cristo por un pueblo que decía ser justo y santo...
Haciendo un gran despliegue de prudencia protegían al pueblo para que no se extraviara y lo advertían a no recibir las novedosas enseñanzas de este nuevo Maestro, pues sus doctrinas y prácticas diferían de las que habían recibido de sus padres...
Fue de esta manera como Satanás condujo a gente que pudo haber sido poderosa en Cristo a trabajar del lado del enemigo en este conflicto, transformándola en instrumento suyo por medio del cual implantó en los corazones del pueblo un espíritu de impugnación, de suspicacia, de duda y de odio...
Los dirigentes del pueblo estaban siempre buscando alguna excusa para su actitud de incredulidad y cuando el Señor realizó algunos de los milagros más sorprendentes, estuvieron listos para encontrar cualquier detalle que pudiera parecer como una objeción a su pretensión divina. Cuando Jesús sanó al paralítico, le dijo: "Tus pecados te son perdonados"...
En este milagro de Cristo, el Señor cambió el corazón, renovó la mente y el cuerpo de aquel hombre, demostrando a los fariseos que tenía poder para perdonar los pecados y brindarle justicia y paz al pecador. Sin embargo, los fariseos vieron en estas palabras de poder divino un motivo de incredulidad y de acusación... Jesús vio que a pesar de cuán profundamente enraizados estaban los principios de oposición a las enseñanzas que él proclamaba, eran criterios engañosos y falsos y tenían su origen en el enemigo de toda justicia. Jesús les dijo: "Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz" (Manuscrito 65, 1895).

E. G. W.

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