EL ORO DEL CARÁCTER CRISTIANO
De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro. Prov. 22:1.
Los hombres pueden aspirar al renombre, Pueden desear poseer un nombre grande. Para algunos la suma de su ambición consiste en la posesión de casas, terrenos y abundancia de dinero, las cosas que los harán grandes a la vista del mundo. Desean colocarse en un lugar desde el cual puedan mirar hacia abajo con un aire de superioridad a los que son pobres. Todo esto es construir sobre la arena, y su casa caerá de improviso. La superioridad en la escala social no constituye la verdadera grandeza. Lo que no aumenta el valor del alma no tiene verdadero valor en sí mismo. Lo único que vale la pena alcanzar es la grandeza de alma a la vista del cielo. Quizá nunca conozcáis la verdadera y elevada naturaleza de vuestro trabajo. Sólo podéis medir el valor de vuestro propio ser por el de la Vida que fue dada para salvar a todos los que quieran recibirla.
Todo hombre tendrá una estimación de su propio valor cuando llegue a ser colaborador de Cristo, cuando haga la obra que Cristo hizo, llenando el mundo de la justicia de Cristo, cumpliendo un cometido del Altísimo... El cometido dado a los discípulos se da a todos los que están relacionados con Cristo. Deben hacer cualquier sacrificio por el gozo de ver salvadas a las almas que están pereciendo sin Cristo...
El honor más elevado que pueda conferirse a seres humanos, ya sean jóvenes o ancianos, ricos o pobres, es permitirles levantar a los oprimidos y consolar a los débiles. El mundo está lleno de dolientes. Id y predicad el Evangelio a los pobres; sanad a los enfermos. Esta es la obra que debe hacerse en relación con el mensaje evangélico... Los colaboradores de Dios deben llenar el espacio que ocupan en el mundo con el amor de Jesús... El amor de Cristo en el corazón se expresa en las acciones. Si el amor por Cristo está empañado, el amor por aquellos por quienes Cristo murió se degenerará...
Las riquezas verdaderas son la fe y el amor genuinos. Estas completan el carácter en Cristo. Si hubiese más fe, una fe sencilla y confiada en Jesús, habría amor, amor puro, el cual es el oro del carácter cristiano.
E. G. W.
Los hombres pueden aspirar al renombre, Pueden desear poseer un nombre grande. Para algunos la suma de su ambición consiste en la posesión de casas, terrenos y abundancia de dinero, las cosas que los harán grandes a la vista del mundo. Desean colocarse en un lugar desde el cual puedan mirar hacia abajo con un aire de superioridad a los que son pobres. Todo esto es construir sobre la arena, y su casa caerá de improviso. La superioridad en la escala social no constituye la verdadera grandeza. Lo que no aumenta el valor del alma no tiene verdadero valor en sí mismo. Lo único que vale la pena alcanzar es la grandeza de alma a la vista del cielo. Quizá nunca conozcáis la verdadera y elevada naturaleza de vuestro trabajo. Sólo podéis medir el valor de vuestro propio ser por el de la Vida que fue dada para salvar a todos los que quieran recibirla.
Todo hombre tendrá una estimación de su propio valor cuando llegue a ser colaborador de Cristo, cuando haga la obra que Cristo hizo, llenando el mundo de la justicia de Cristo, cumpliendo un cometido del Altísimo... El cometido dado a los discípulos se da a todos los que están relacionados con Cristo. Deben hacer cualquier sacrificio por el gozo de ver salvadas a las almas que están pereciendo sin Cristo...
El honor más elevado que pueda conferirse a seres humanos, ya sean jóvenes o ancianos, ricos o pobres, es permitirles levantar a los oprimidos y consolar a los débiles. El mundo está lleno de dolientes. Id y predicad el Evangelio a los pobres; sanad a los enfermos. Esta es la obra que debe hacerse en relación con el mensaje evangélico... Los colaboradores de Dios deben llenar el espacio que ocupan en el mundo con el amor de Jesús... El amor de Cristo en el corazón se expresa en las acciones. Si el amor por Cristo está empañado, el amor por aquellos por quienes Cristo murió se degenerará...
Las riquezas verdaderas son la fe y el amor genuinos. Estas completan el carácter en Cristo. Si hubiese más fe, una fe sencilla y confiada en Jesús, habría amor, amor puro, el cual es el oro del carácter cristiano.
E. G. W.
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