EL SEÑOR PIDE QUE SEMBREMOS BUENA SEMILLA PARA OBTENER BUENA COSECHA

"El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se fue" (Mat. 13: 24, 25).

El Señor tiene una obra que hacer en el mundo, pero no confiará su obra en las manos de personas que no conocen la Biblia, ni los misterios del reino de los cielos. El Señor revela por medio de parábolas el surgimiento y el progreso de la obra que se establece como resultado de la predicación de su Palabra, la verdad presente para este tiempo. Nos presenta a una iglesia, elegida y fiel, que permanecerá firme ante el mundo. La parábola del sembrador demuestra la manera en la que se debería trabajar. La obra del ministerio evangélico es la siembra de la semilla...
La parábola del trigo y la cizaña nos muestra el misterio de los poderes del bien y del mal trabajando en manifiesta oposición, en medio de un abierto conflicto. Dicha controversia se extiende hasta el fin de la historia de este mundo. La semilla incorruptible es la Palabra de Dios, que opera en la santificación personal del receptor, elevándolo y conduciéndolo a participar de la naturaleza divina.
Hay muchos asuntos que se deben considerar. Aquellos que a lo largo de toda su vida han sido siervos del pecado, actuando en abierta oposición a la voluntad divina, deben convertirse al Señor por completo. Da otra manera, Ja levadura de maldad trabajará subrepticiamente, así como Satanás, como ángel de luz, se presentó a Cristo para tentarlo a oponerse a la voluntad de Dios. El gran estandarte de justicia de Dios resulta odioso para los gustos y apetitos de los hombres y mujeres pecadores. La energía activa del Salvador y la del destructor están en conflicto.
El trigo debe recogerse para el granero de Cristo. La cizaña tiene el aspecto del trigo, pero cuando llega la cosecha se la debe rechazar. Ha habido una imitación del trigo que se ha prolongado por largo tiempo. Satanás ha llevado adelante un esfuerzo decidido para engañar y conducir hacia sendas extrañas a quienes tienen alguna conexión con la Palabra de Dios y ha ideado diversos esquemas para prolongar el período de su control. El Señor Dios del cielo no ha dado ninguna autorización para mezclar y alterar asociaciones de iglesias. El Señor espera que su obra de predicar el Evangelio se haga de tal manera que no haya estímulo para los malos obreros, ni se toleren las malas asociaciones en asambleas cristianas (Manuscrito 7, 1900).

E. G. W.

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