EL PACTO DE DIOS
Si tus hijos guardaren mi pacto, y mi testimonio que yo les enseñaré, sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre. Sal. 132:12.
Un pacto o alianza es un contrato entre dos partes. Hay obligaciones y hay privilegios. La falta de cumplimiento de una de las partes libera a la otra de todo compromiso.
En el versículo de hoy Dios se atribuye para sí la posesión de la alianza.
"Mi pacto", dice. En la Biblia encontramos muchas alianzas entre Dios y su pueblo. Son promesas condicionales. Dios promete algo y estipula la condición. La falta de cumplimiento por parte de la criatura, desobliga a Dios de su promesa.
La diferencia entre un contrato frío y un pacto, es el amor. En un simple contrato ambas partes tienen intereses particulares. Ambos se beneficiarán. En el pacto entre Dios y los hombres, solo se beneficiará uno: la criatura.
Nada puede hacer el hombre en favor de Dios. Dios es Dios. Fue, y seguirá siendo Dios por la eternidad. Lo creas o no lo creas, lo aceptes o no lo aceptes. Él continúa siendo Dios. Si yo rechazo el pacto, eso no afecta su existencia. Cuando yo acepto las condiciones, la persona beneficiada soy yo.
En el versículo de hoy, el salmista expresa la voluntad de Dios. Lo único que espera de la humanidad es que "guarden el pacto". El pacto es el símbolo de la relación de amor entre ambos.
Si un esposo o esposa se saca la alianza del dedo y la tira, está declarando que el amor entre ellos se acabó. El casamiento está deshecho y cada uno seguirá su camino.
Exactamente eso es lo que el ser humano hace con Dios cada vez que no guarda el pacto. En el versículo de hoy la promesa se hace extensiva a los hijos. Hay mucho dolor y sufrimiento que no tiene explicación, pero que, a veces, es consecuencia de las decisiones y actitudes de las generaciones pasadas.
Hoy es un día para repensar las actitudes. Nadie vive para sí y tampoco nadie muere para sí, declara San Pablo.* Cualquier decisión que yo tome hoy tendrá consecuencias para mí, para mis hijos y para los hijos de mis hijos.
Por eso hoy, antes de comenzar este día de actividades, vale la pena recordar lo que Dios dijo: "Si tus hijos guardaren mi pacto, y mi testimonio que yo les enseñaré, sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre".
* Rom. 14:7.
Pr. Alejandro Bullón
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