UNA VICTORIA INTEGRAL


Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear. Sal. 26:1.

¿Sabes lo que el joven rico y el hermano del hijo pródigo tienen en común? La certeza de que sus obras eran suficientes para agradar al padre. Ambos dependían de sus acciones. Ambos representan a muchos hijos sinceros de Dios que luchan por vivir una vida irreprensible, como medio de salvación y no como fruto de la misma. El texto de hoy parece respaldar ese tipo de comportamiento, en la aparente soberbia de David al decir: "Porque yo en mi integridad he andado". David era un pobre pecador arrepentido, que se apoderó de la justicia divina al punto de decir: "mi integridad".

Al mirar este texto viene a mi mente la imagen de muchas personas que dicen: "Nunca voy a poder ser un buen cristiano. No puedo vencer mis hábitos ni mis vicios. Nunca voy a conseguir andar en integridad". Tal vez tú estás viviendo esa realidad. Luchas diariamente para vencer y sientes que no consigues avanzar. Fue lo que le oí decir a Iván mientras arreglaba mi reloj: "No me gusta ser así, lucho para vencer, pero no lo consigo".

La expresión "integridad" en hebreo quiere decir, literalmente, "corazón enteramente dedicado". El secreto no es vivir una vida correcta como medio o argumento para recibir lo que Dios prometió, aunque es claro que debemos vivir una vida correcta. La clave es el corazón enteramente dedicado a Dios y confiar en él sin vacilar. Es la confianza en Dios lo que hace que el débil sea fuerte, lo que levanta al caído, y lo que restaura al herido.

El texto de hoy es una súplica por justicia. David estaba siendo acusado de traición a Saúl, y éste trataba de matado. La única arma de David era la justicia de Dios, y esa es también la única arma para vencer el mal que destruye nuestro mundo interior. La justicia de Dios es amor, porque Dios es amor. La justicia de Dios levanta al ser humano y restaura en él la imagen perdida de Dios. La justicia de Dios hace por el hombre lo que él no puede hacer por sí mismo. No olvides eso, en las horas en que te asalta el temor de estar completamente perdido.

Al comenzar tus actividades hoy, no cargues más con el peso de la culpa. Deja de sentir la sensación de luchar y no conseguir victoria. Apodérate de la justicia de Dios. Clama: "Júzgame, oh Jehová, porque yo en integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear".

Pr. Alejandro Bullón

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