LA PALABRA DEL SABIO


La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la lengua de los necios hablará sandeces. Prov. 15:2.

El piloto llamó a la comisaría de a bordo, y le dijo: "Estamos con problemas técnicos. La situación es gravísima. Comuníquele a los pasajeros la noticia, pero hágalo de manera sutil". La azafata tomó el micrófono, y dijo: "Por favor, señores pasajeros, ajústense los cinturones de seguridad para que los cadáveres no se desparramen".

¿Tú te ríes? La historia no es real, es claro, fue inventada por alguien. Pero ilustra lo que Salomón dice con relación a los peligros de la exageración. Cualquier noticia, historia o hecho puede ser presentado de dos maneras: "La lengua de los sabios -dice Salomón-, adornará la sabiduría", da vida al hecho, pero no cambia la veracidad del acontecimiento. "Mas la lengua de los necios -añade-, hablará sandeces". Eso es sinónimo de tonterías, simplezas, estupideces, exageración y grosería.

La persona de éxito usa la palabra en todo momento de la vida, como un artista usa el pincel. Crea imágenes, belleza, transmite optimismo, lleva paz al espíritu de los oyentes. A las personas les gusta oírla, incluso cuando tiene que decir cosas duras, verdades que duelen, realidades difíciles de ser aceptadas. Pero el insensato, queriendo "adornar el conocimiento", cae en el terreno ridículo de la exageración y de la tontería.

A veces, sin pensar, exageramos y al hacerlo destruimos vidas, sueños y proyecciones futuras de las personas que nos rodean. "Usted nunca será nada en la vida", "Ya dije eso mil veces", "Usted siempre llega tarde", "Usted solo vive para darme problemas", "Nadie trabaja aquí". ¿Cometen errores las personas que viven o trabajan contigo? Sin duda. También tú y yo los cometemos, todos los días. Pero, ¿es preciso usar las palabras "siempre", "nunca", "nadie"?

¿Es solo una manera de decir? ¿Es una expresión forzada? Para el que habla, tal vez. Pero para el que oye, no. Lo que poca gente se da cuenta es que las palabras dichas contra otros, pueden herimos mucho más que a ellos. Las heridas aparecen más tarde. Después de años, pero aparecen como llagas abiertas sangrando despiadadamente.

El remedio es Jesús. Cuanto más cerca vivas de él, cuanto más permitas que Jesús tome el control de tu vida, más sabio serás y "la lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la lengua de los necios hablará sandeces".

Pr. Alejandro Bullón

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